Era un sitio elegante, al cual solo se entraba con reservación.

Dijo el perro al gato:
¡Comelón y sinvergüenzón!

El gato, algo enojón,
respondió con convicción:
«Se equivoca, señor perro,
aquí hay buena atención.

Vagos no entran por el portón,
somos los más cumplidos, lo mejor.
Sin clientes como usted,
no tendría sentido, señor.

No solo con palabras
se maneja esta labor.
Trabajadores capacitados,
gestionamos con honor.

No somos robots, ni hadas madrinas,
sino expertos que explicamos,
desarrollamos, compartimos
con nuestros clientes en acción.

Mediamos, resolvemos,
con magnífica gestión.
Clientes satisfechos,
esa es nuestra misión.

Usted, como cliente,
yo, como trabajador.
Cada uno a lo suyo,
en perfecto honor.»